7/21/2015

Cuándo fiarse de la intuición y cuándo de los datos



Fragmento del grabado: "El sueño de la razón produce monstruos"


En el grabado “El sueño de la razón produce monstruos” Goya se representa a si mismo con su razón embotada por el sueño y acosado por las criaturas que merodean en la oscuridad. La obra muestra búhos, símbolos de la locura y murciélagos que simbolizan la ignorancia.

Goya, como los pensadores de la Ilustración creía que la razón humana sería capaz de derrotar a la ignorancia y a la  superstición.

Nota: los que penséis que la frase “el sueño de la razón produce monstruos” se refiere a los atrocidades que se producen por llevar la razón al extremo, como sucedió, por ejemplo, en los episodios más sangrientos de la revolución francesa, olvidaos de esa interpretación. No va de eso. El mismo Goya explicó su significado.

Me gusta utilizar este capricho en Data Coaching porque a menudo siento que la cultura de datos ha heredado el espíritu ilustrado del XVIII y lucha por mantener despierta a la razón, en forma de espíritu crítico, para conseguir un modo de conocimiento científico.

Sin embargo, el informe de PwC, titulado “Gut & Gigabytes: Capitalising on the art & science in decision making,”, basado en una encuesta mundial de 1.135 altos ejecutivos, revela que un 30% de los ejecutivos admiten que la intuición es lo que más les influyó cuando tomaron su última decisión importante y que otro 28% se basó en la intuición de otros asesores. Sólo el 30% dijo que "los datos y el análisis es lo que les llevó a tomar esa decisión.
¿Malos tiempos para la ciencia? ¿Dentro de la cultura de datos hay espacio para la intuición o es ésta una fuente de errores que hay que combatir?

Daniel Kahneman y los peligros de la intuición 

Daniel Kahneman es un psicólogo israelí que ganó el Premio Nobel de Economía por sus estudios que relacionan la economía y la toma de decisiones.

Pensar rápido, pensar despacio. Daniel Kahneman

Kahneman dedica buena parte de su libro  Pensar rápido, pensar despacio a desenmascarar los sesgos (que él define como “errores sistemáticos)” del pensamiento humano a los que nos conduce el tomar decisiones basadas en la intuición. El libro de Kahneman está escrito, sin abandonar nunca el rigor, con un estilo fresco y con toques de humor que hacen su lectura entretenida. 

Pensar rápido, pensar despacio es un libro muy voluminoso (672 pgs.) y lleno de descubrimientos interesantísimos, de los que sólo voy a traer aquí unas pocas ideas. Este post toma casi toda su esencia del libro de Kahneman.

Es un libro muy recomendable para aquellos que se creen bendecidos con el don de la infalibilidad, especialmente en decisiones tomadas con la intuición, y también para aquellos que como yo están hartos de aguantar esas sandeces.

Nuestro cerebro, afirma Kahneman, tiene dos sistemas muy diferentes de funcionamiento. El sistema 1 es el del pensamiento rápido, con el sistema 1 tomamos las decisiones rápidas e intuitivas, las que surgen de forma automática y sin esfuerzo. El sistema 2 requiere más esfuerzo y es más lento, reflexivo y lógico.

Un ejemplo. Cuando nos piden que demos el resultado de 2 + 2 = 4, utilizamos el sistema 1, el rápido.  No necesitamos “pensar”. Cuando tenemos que resolver 122 x 11, la mayoría de nosotros necesitamos recurrir al sistema 2 y nos concentramos para resolverlo mentalmente o con papel y boli. 

Kahneman demuestra la extraordinaria capacidad (y también los sesgos) del pensamiento rápido, y revela la duradera influencia de las impresiones intuitivas sobre nuestro pensamiento y nuestra conducta.

En muchos experimentos psicológicos Kahneman nos demuestra que tomamos decisiones rápidas y erróneas basadas en  la intuición y que estamos tan tozudamente convencidos de la validez de nuestras decisiones erróneas que incluso cuando nos demuestran lo ilógico y equivocado de nuestra opción nos negamos a aceptar la evidencia.

Es claro que en nuestra vida necesitamos del sistema rápido de decisión para para miles de decisiones. Conducimos con el sistema 1. Si tuviéramos que ponernos a analizar con el sistema 2 cada vez que tomamos una curva, acabaríamos en la cuneta o parados en medio de la carretera.

Sin embargo, cuando tenemos que resolver un problema del tipo “¿dónde invertimos?”, “¿cómo mejoramos nuestro negocio?”, nos enfrentamos a problemas claramente complejos donde tenemos una información insuficiente.

Los humanos tenemos una confianza excesiva en lo que creemos que sabemos y nos cuesta enormemente aceptar que el mundo es realmente complejo e impredecible. 

Es decir, queremos tomar decisiones complejas de negocio como cuando tomamos una curva con el coche. Nuestro cerebro se inclina a tomar decisiones rápidas, cuando en realidad necesitamos recurrir a un método más reflexivo, a un método científico como el que aplicamos con las decisiones basadas en datos. 

¿Cuántas veces nos hemos encontrado con situaciones que le dan la razón a Mecken?:

“Para cada problema complejo hay una solución simple, clara y equivocada”

El triunfo (provisional) de la intuición

Como es frecuente en el mundo científico (o en el mundo en general), no todos están de acuerdo.

Hay evidencias que aparentemente contradicen el enfoque de Kahneman y demuestran el poder de la intuición.

Todos hemos visto a grandes maestros del ajedrez enfrentados a docenas de partidas simultáneas, resolviendo complejos movimientos de forma automática y venciendo a buenos jugadores muy concentrados en su partida.

Blink. Inteligencia Intuitiva. Malcolm Gladwell

Leí hace años el bestseller BLINK. Inteligencia intuitiva. Por qué sabemos la verdad en dos segundos de Malcolm Gladwell, donde se recogen experimentos y anécdotas que demuestran el poder casi mágico que tenemos de descubrir la verdad sin necesidad de pensar.  

Lo que revela el libro de Gladwell es fascinante y, aparentemente, contradictorio con lo que habíamos defendido hasta ahora: que no tenemos que fiarnos de la intuición. 

Gary Klein, es uno de esos psicólogos enfrentados a Kahneman y que defienden el poder de la intuición.

Klein cuenta la historia de un equipo de bomberos que entra en una casa en llamas. Entran en la cocina y comienzan a apagar el fuego con las mangueras. Poco después el comandante de la brigada grita “Fuera de aquí”, sin darse cuenta de por qué lo hace.  El piso se derrumbó casi de inmediato.  Los bomberos lograron salvar la vida gracias a esa inspiración.

Cuando más adelante analizó la situación, el comandante descubrió que había un silencio inusual en la cocina y que sus orejas estaban muy calientes. El problema era que el foco del fuego no estaba en la cocina sino en el sótano.

Estas señales de peligro despertaron su sexto sentido de peligro y el equipo salvó la vida. Triunfo de la intuición.

La síntesis entre la intuición y datos

Después de años de debates, Kahneman (el anti-intuición) decidió invitar a Klein (pro-intuición) a colaborar en una investigación conjunta que les permitiera contrastar sus puntos de vista aparentemente irreconciliables.

Del trabajo conjunto de varios años nació el artículo “Conditions for Intuitive Expertise: A Failure to Disagree.” En el artículo ambos llegaban a puntos comunes sobre los entornos donde la intuición era capaz de tomar decisiones acertadas.

La seguridad subjetiva es falsa

La confianza que la gente tiene en sus decisiones intuitivas no es un indicador fiable sobre la validez de las elecciones que hacemos.

Klein y Kahneman concluyen no hay una correlación entre el grado de seguridad que mostramos sobre nuestras decisiones intuitivas y lo acertado de nuestra decisión. En otras palabras, que no tenemos que fiarnos de nadie –ni de nosotros mismos- cuando decimos que estamos 100% seguros sobre algo que nace de nuestra intuición.

¿Cuándo fiarnos de un experto?

Si la confianza subjetiva no nos sirve, ¿cómo podemos saber cuándo un juicio intuitivo es válido y cuándo es una ilusión? ¿Qué tienen en común el maestro de ajedrez y el comandante de la brigada de bomberos?

La respuesta es bastante clara para ambos. Cuando el entorno en el que tenemos que aprender es lo suficientemente regular para ser predecible y  tenemos tiempo para aprender esas regularidades por medio de la práctica, podemos llegar a convertirnos en expertos que deciden acertadamente en segundos. 

El ajedrez es un ejemplo claro de sistema complicado pero con regularidades. También el póker ofrece regularidades estadísticas robustas que pueden trasladarse con miles de horas de práctica al campo de la intuición.

Los médicos, las enfermeras, los deportistas, y los bomberos también se enfrentan a situaciones complicadas pero con muchas regularidades: los expertos pueden resolver con la intuición.

Por el contrario, la economía o la política son sistemas tan complejos e inestables que no pueden ni deben ser “resueltos” con la intuición.

Los datos que vencen a los expertos

Paul Meehl publicó ya en 1954 un libro titulado Clinical vs. Statistical Prediction.
Analizó 20 estudios que investigaban la fiabilidad de las predicciones clínicas basadas en la opinión de profesionales cualificados, frente a las obtenidas en unos datos estadísticos. Meeh encontró que los datos combinados en algoritmos simples obtenían mejores resultados que la opinión de los profesionales médicos.

Aunque la obra de Meehl causó un revuelo considerable entre los profesionales médicos, la predicción basada en algoritmos se ha ido abriendo paso en medicina y en otros campos.

Un algoritmo que salva miles de vidas

Una aplicación simple de este principio de Meehl es un algoritmo simple que ha salvado la vida de cientos de miles de niños. Los médicos siempre habían sabido que un niño que no está respirando normalmente a los pocos minutos de nacer tiene un alto riesgo de daño cerebral o de muerte. Los médicos y las comadronas han utilizado su juicio clínico para determinar si un bebé estaba en peligro. Unos se fijaban en la respiración mientras que otros monitoreaban el tiempo que pasaba hasta el bebé empezaba a llorar.

Sin un procedimiento estandarizado, muchos recién nacidos han muerto en los partos.

La anestesista Virginia Apgar

La anestesista Virginia Apgar descubrió que la combinación de 5 variables (frecuencia cardiaca, respiración, reflejos, el tono muscular y el color del bebé) y la evaluación de cada una de esas variables con un valor de 0, 1 o 2 puntos, daba un índice que tiene una capacidad extraordinaria de objetivar el riesgo de un recién nacido.

Un bebé con una puntuación total de 8 o superior en el índice de Apgar no corría peligro.  Un bebé con una puntuación de 4 o menos necesitaba un intervención especial que puede salvarle la vida.

El test de Apgar se sigue utilizando todos los días en todos las salas de parto de todo el mundo y salva miles de vidas.

Más datos para problemas complejos

Más adelante Meehl encontró resultados similares en otras áreas donde los datos superan al juicio subjetivos de los expertos, como violaciones de la libertad condicional, el éxito en la formación de pilotos y la reincidencia delictiva.

En entornos de gran complejidad e incertidumbre, la precisión de los expertos se ve superada por algoritmos. Cuando evaluamos el éxito de un nuevo negocio, el riesgo de una operación bancaria o el futuro de la satisfacción profesional de los trabajadores, los datos, debidamente combinados, vencen a las opiniones de los expertos.

Si estos entornos de negocio o medicina os resultan alejados de vuestra vida diaria, igual este otro os resulta más útil.

Robyn Dawes, autor del artículo “The Robust Beauty of Improper LinearModels in Decision Making”, probablemente en broma, afirma que:

“La estabilidad de una pareja puede predecirse con fiabilidad a partir de esta fórmula simple:
Frecuencia de veces que hacen el amor, menos la frecuencia de veces en la que pelean. 

Seguro que no quieres que el resultado sea un número negativo.

Conclusión 

Y como conclusión, una cita de Edwards Deming, que repiten los ilustrados americanos:

“En Dios confiamos, todos los demás aportad datos”